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Senador Royce West: Distrito 23
Comunicado de prensa
DE DIFUSIÓN INMEDIATA
15 de octubre de 2021
Contacto: Kelvin Bass
214-467-0123
Cuando 95 por ciento equivale a cero
El nuevo mapa de distritos electorales del Congreso nacional no cuadra

Por Royce West
Senado de Texas

En la semana próxima, es probable que el gobernador Greg Abbott reciba el nuevo mapa de los distritos electorales que definen la delegación de Texas en la Cámara Baja nacional. Llegará a sus manos en medio de protestas de mis colegas demócratas del Senado del estado, porque los distintos factores a considerar en un proceso de reorganización de distritos, como el crecimiento poblacional, la raza y etnia, no se contemplan en el mapa nuevo. Es otro ejemplo más de la frase que uso con frecuencia: “las elecciones tienen consecuencias”.

Los resultados del censo de 2020 que se conocieron en agosto indican que más de 29.1 millones de personas viven en Texas en la actualidad. Esto significa que hubo un aumento de casi 4 millones de personas desde 2010. Los informes del censo muestran que el 95% de ese crecimiento son personas de color.

Como Texas tuvo un crecimiento espectacular, es el único estado que suma dos bancas nuevas a la Cámara de Representantes de la Nación: tendrá 38 delegados en vez de 36. Entonces, dado que este crecimiento se debe principalmente a las personas de color, tendría sentido que estas tuvieran la oportunidad de elegir a su candidato al momento de las elecciones. Pero no.

Aquí es donde la matemática hace agua, porque según el cálculo del proyecto senatorial, 3.8 millones de texanos sobre 4 millones (95%) es igual a CERO distritos electorales que reflejen la población responsable del crecimiento.

Los datos del censo que se dieron a conocer en agosto señalan que en Texas hay alrededor de 40% de blancos no hispanos, 40% de hispanos y 12% de negros. La mitad del crecimiento poblacional puede atribuirse a la población hispana. Hoy, hay 558,000 afroamericanos más en Texas que en 2010. En la actualidad, diecinueve distritos del Congreso nacional son de mayoría blanca, diez de mayoría hispana y cinco, afroamericana. El mapa que se trazó no crea ningún distrito nuevo mayoritariamente hispano.

Los expertos en reorganización de distritos esperaban dos distritos nuevos: uno en norte de Texas y el otro cerca del condado de Harris/la ciudad de Houston. En vez de eso, SB 6, el proyecto de reorganización de distritos, propone uno nuevo cerca de Austin, aun cuando el crecimiento poblacional del norte de Texas fue de más de 1 millón de personas, el doble de los condados que rodean Austin.

En un estado que actualmente tiene 36 delegados en la Cámara de Representantes nacional, no tiene sentido que los únicos dos que queden enfrentados sean los congresistas Sheila Jackson Lee y Al Green, ambos de Houston. Se movieron los límites para que los hispanos y negros que vivían en distrito de la congresista Jackson Lee -incluso la casa de ella- ahora formen parte al distrito 9, representado por Green.

Para los que no estén tan en tema, hay que definir dos términos vinculados a la reorganización de distritos: amotinar y separar. El amotinamiento se da cuando más de un grupo (étnico) específico se agrega (amotina) en un distrito que ya está compuesto en gran parte por minorías. La separación se da cuando un determinado grupo extenso, que no es mayoritario en el distrito, pero que es lo suficientemente grande como para afectar el resultado electoral, se quita del distrito y traslada a donde su influencia quede diluida.

Hay un artilugio que consiste en repetir algo muchas veces hasta que, después de un tiempo, se acepta como verdad. Esa es la táctica que usaron la autora y los defensores de la SB6, quienes repitieron y repitieron que “los mapas se dibujaron sin considerar la cuestión racial”. Prueben decirle eso a los opositores.

La SB6 “amotina” las minorías en distritos predominantemente minoritarios, las “separa” en distritos parejos, donde su presencia podría influenciar el resultado de las elecciones, y las coloca en distritos donde su influencia queda diluida, lo que crea distritos seguros para los republicanos.

Si bien los tribunales consideran que este tipo de manipulación en favor de un partido es aceptable, no es así cuando hay una cuestión racial, cuando se cambian los límites de los distritos según las razas para obtener un determinado resultado. Y si bien los defensores de la SB6 dicen que el proyecto es legal y que no consideraron las razas, pareciera que se usa a las personas de color como peones para cumplir determinados objetivos en un Juego de tronos de reorganización de distritos.

Desde que en 2013 la sentencia de Shelby c. Holder eliminó la Sección 5 de la Ley de Derecho al Voto, que exige una revisión previa a cualquier cambio a la ley electoral de nueve estados, entre ellos, Texas, nuestra esperanza de frenar la SB6 resta en la Sección 2. En un principio, según esta sección, se consideraba que un cambio a la ley electoral era discriminatorio si la “intención” o el “propósito” lo era. No obstante, en 1982 se enmendó la Sección 2 y, hoy, se puede considerar que un cambio es discriminatorio si se determina que el “efecto” del mismo discrimina por raza.

Para recapitular, 95% de del crecimiento poblacional que representan los 4 millones de texanos se atribuye a personas de color. Al grupo étnico responsable de la mitad de ese crecimiento no tiene la oportunidad de elegir al candidato de su preferencia que lo represente en Congreso nacional. Y resulta que los dos únicos delegados, de lo que será una delegación de 38, que quedan en el mismo distrito son minorías.

De acuerdo a la SB6, un incremento poblacional de este tipo arroja el mismo resultado que antes. Quizás además de matemáticas, Texas debería estudiar la “igualdad de trato ante la ley”.

Para más información, por favor contactar a Kelvin Bass al 214-467-0123.

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