DE DIFUSIÓN INMEDIATA
Marzo 18, 2005
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Solo un par de temas –el financiamiento a la educación pública y la miríada de aspectos en el sistema de salud—ha atraído más atención que la Ley del 10% que rige las admisiones universitarias. El debate, a fuego lento desde mayo del 2003, está llegando a su punto de ebullición.
Para refrescarles la memoria, la medida HB 588, promulgada en ley en 1997, dispone que todo estudiante de secundaria en Texas que se gradúa en el 10% más alto de su clase –o año de graduación--es admitido automáticamente en cualquier instituto de dos años o universidad estatal.
Antes de profundizar en los detalles de esta controversia, aporto, para estar claros, una premisa básica. Yo apoyo enérgicamente la Regla del 10%. Creo que es la manera más justa y eficiente de asegurar que estudiantes de toda condición social y de todas partes del estado tengan acceso a instituciones de educación superior.
Para abreviar: no hay ningún diluvio. Los que se oponen a la ley sugieren que todos los lugares disponibles en el primer año universitario son consumidos por los graduados de secundaria en el 10% más alto. Tal vez depende de con quién uno hable. Porque, en realidad, este problema solo se da en la Universidad de Texas en Austin. Ninguna otra universidad estatal se encuentra ni remotamente en esta circunstancia.
Los críticos hacen uso de un rebuscado juego de palabras al hablar de admisiones y matriculación. La admisión no significa necesariamente que alguien se inscribe y suma a la lista de estudiantes. Siempre hay muchos menos estudiantes matriculados que los que pueden ser admitidos.
Me siento decepcionado por los que dicen que la ley del 10% ha fracasado en aumentar la diversidad. Una columna reciente de un partidario de UT afirmó que, en el 2003, solo hubo un estudiante afroamericano más inscripto en UT que en 1996 --el año previo al de la promulgación de la Ley del 10%.
Pero no mencionó que en 1997 y 1998, la admisión de afroamericanos e hispanos cayó al nivel más bajo entre 1996 y el 2004. Estos fueron los años siguientes a la decisión Hopwood que prohibió el uso de ‘acción afirmativa’ en la admisión universitaria. Esas cifras mejoraron dramáticamente en 1999, cuando se admitieron más estudiantes por la Ley del 10%.
Hoy, la diversidad racial y geográfica es la más alta que hemos obtenido. La clase de primer año de UT-Austin en el 2004 incluye a 309 estudiantes afroamericanos. En general, la diversidad étnica llegó a su cumbre en los pasados dos años, alcanzando el 43% de la clase de primer año en el 2004. Después de décadas, UT-Austin comienza, finalmente, a parecerse a Texas.
Algunos señalan cifras que cuantifican grupos raciales, pero, la verdad sea dicha, UT ha usado un procedimiento interno del 10% para identificar estudiantes elegibles antes que la ley fuera creada.
Hay más de 2,000 escuelas secundarias en Texas. A partir de la Ley del 10%, más secundarias alrededor del estado han mandado a sus mejores y más brillantes graduados a UT-Austin. Aún así, más de 1,100 escuelas no tienen graduados en UT. Este debate ha puesto a aspirantes suburbanos en contra de aspirantes de áreas urbanas y rurales.
Es verdad que el porcentaje de estudiantes en el 10% admitidos e inscriptos en UT-Austin llegó al punto máximo en el 2003 y 2004. Pero lo que no es ampliamente conocido es que, en el 2003, UT disminuyó su capacidad para primer año en casi 1,400 bancos.
Los opositores dicen que los estudiantes en el 10% más alto quitan lugares a aquellos que no se gradúan dentro del 10% pero sacan mejor puntaje en el examen SAT. Es verdad, pero otro argumento cuestiona la validez de los exámenes de entrada como pronóstico del éxito universitario. La verdad es que los estudiantes en el 10% más alto en la secundaria permanecen en la universidad, logran mejores resultados y se gradúan en un porcentaje consistentemente mayor que los estudiantes que no están en el 10% pero tienen mejor puntaje en el SAT.
La excelencia académica no ha sido comprometida. De 1996 al 2003, los estudiantes en el 10% con puntaje SAT entre 900 y 1,500 han obtenido mejor promedio (GPA) que estudiantes que no están en el 10% y tienen mejor puntaje en el SAT. Digo esto porque, para los estudiantes en el 10% más alto, se aumentó el nivel de revisión completa en las admisiones.
Los funcionarios de las dos instituciones universitarias de primer nivel dirán que, en general, la Ley del 10% ha permitido a estudiantes triunfar por encima de sus circunstancias. Los funcionarios de admisión pueden garantizar a todo estudiante de secundaria que, si se aplican en los estudios y terminan dentro del 10% más alto de su clase, podrán asistir a una universidad de Texas de primer nivel. Pueden entonces soñar en naranja oscuro, o granate y blanco [los colores universitarios].
Y pensar que hay quienes quieren destruir ese sueño.
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