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COLUMNA DE OPINIÓN
19 de febrero de 2021
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Los tejanos sufren las consecuencias del empuje de hace décadas por desregular la energía
Columna del senador estatal Juan "Chuy" Hinojosa, febrero de 2021

Texas suele vanagloriarse de ser un estado de poca regulación estatal que pone al libre mercado por encima de todo. Si bien esta estrategia funciona en algunas situaciones, en general a corto plazo, puede tener consecuencias terribles, como mostraron millones de texanos sin luz o agua. Para entender el accionar humano que llevó este desastre, hay que considerar cómo llegamos hasta aquí. En 1999, Texas desreguló su mercado energético. Esto quiere decir que en vez de que las ciudades u otras instituciones locales tuvieran el control total de la oferta energética a los clientes, el suministro se dividiría en tres componentes: generación, transmisión y comercialización. Según este nuevo régimen, el cliente podría elegir entre distintos proveedores eléctricos, con la idea de que esta medida bajaría los precios. Sin embargo, como hemos visto antes y estamos aprendiendo una vez más: lo barato sale caro.

Parte de cambiar a un mercado energético desregulado implicó que el gobierno ya no fijara los precios. En su lugar, se incentivó a las compañías a que compitieran para atraer a los clientes. A su vez, eso conllevó a que el estado impartiera menos reglas a los competidores del mercado energético.

Por desgracia, este sistema incentivó a que las compañías hicieran recortes e invirtieran lo menos posible para maximizar ganancias. Sería fácil echarles la culpa por hacer eso, pero el verdadero culpable es el sistema que creó el estado. Si se les dice a los generadores de energía que tomen ciertas medidas, como preparar sus centrales eléctricas para el invierno, pero sólo a modo de sugerencia, entonces la mayoría no lo va a hacer por miedo a que sus competidores no lo hagan y ganen más dinero o atraigan a más clientes. Debido a estas situaciones es que existe la regulación gubernamental y tenemos que examinar seriamente lo que funciona en Texas y lo que no.

Una pregunta que puede estar haciéndose es cuál es el papel de ERCOT en todo esto. Sin duda, en esta instancia ya habrá oído o leído algo sobre ERCOT y los cortes energéticos rotativos (o no tanto) que implementó en todo el estado. Lamentablemente, esta semana ERCOT no estuvo a la altura de su nombre, “Consejo de Electricidad CONFIABLE de Texas” (ERCOT, por sus siglas en inglés). Demasiados texanos fueron víctimas de una grilla eléctrica que resultó ser muy poco confiable y se dieron pasos concretos para garantizar que esto no vuelva a ocurrir.

Luego de la desregulación, ERCOT tuvo un papel más importante en el mercado energético de Texas. Ahora que los proveedores energéticos podían comprar la electricidad de cualquier parte del estado, hacía falta una entidad que estuviera a cargo de administrar el mercado de la producción, compra, venta y distribución de la electricidad en todo Texas. En 2002, ERCOT se convirtió en una organización independiente con un directorio compuesto por representantes de las compañías energéticas, el estado y el público. No obstante, ERCOT siguió sujeta a regulaciones de la Comisión de Servicios Públicos (PUC, en inglés) y, por lo tanto, continúa bajo dominio estatal.

Entonces, el estado tiene que examinar de arriba abajo la forma en la que se genera la electricidad y se la distribuye al público. ERCOT estuvo involucrado en este desastre, pero no es el único responsable. ¿Qué acciones tomaron, o no, los líderes estatales que derivaron en que millones de texanos se quedaran sin electricidad en el frío por días? ¿Por qué nuestras centrales eléctricas demostraron ser tan inferiores a las de otras partes de país donde hace el mismo frío, pero no resultan en cortes energéticos devastadores? Se ponderarán estas preguntas y muchas más en la audiencia venidera del Comité Senatorial de Jurisprudencia, del que soy vicepresidente. Tengo intención de hacer estas preguntas y no sólo llegar al fondo de lo que pasó, si no, más importante, arrojar luz sobre lo que hace falta cambiar.

Comenzamos esta investigación sabiendo bastante. Primero, que a pesar de que muchos funcionarios electos atribuyen los cortes al congelamiento de turbinas eólicas, la verdad es que las falencias de la energía renovable fueron minúsculas al lado de las centrales de combustibles fósiles. Lo sabemos porque un funcionario sénior de ERCOT nos brindó datos sobre las generadoras eléctricas que quedaron fuera de servicio por el frío y esos datos muestran que la producción de energía térmica (es decir, nuclear, carbón y gas natural) constituyen dos tercios la capacidad generadora que se perdió. Las plantas de gas natural fueron especialmente golpeadas: no podían obtener suministro porque las líneas de transmisión se congelaron y no había energía para bombear el gas del suelo.

Pero esto no tendría por qué haber pasado. Hace diez años una helada que afectó a gran parte del estado dejó a numerosas centrales eléctricas fuera de servicio. Los reguladores estatales realizaron un estudio para determinar cómo impedir que volviera a suceder y una de las recomendaciones fue preparar a las centrales para el clima invernal. Sin embargo, dada la falta de regulación en Texas en cuanto a producción energética, esa solución no fue más que eso: una recomendación, no un requisito. Una región del estado, El Paso, que no está incluida por ERCOT, sino que es parte de una grilla regulada a nivel federal, puso en práctica esas soluciones y los resultados esta semana fueron sorprendentes: apenas unos miles de personas se quedaron sin luz por pocos minutos.

De cara al futuro, confío en que sabremos los pormenores de lo que salió mal y cómo arreglarlo. Debemos resistir la tentación de creer que esta es una ocurrencia única en la vida para la que no hace falta volver a planificar. Con el cambio climático que trae veranos más cálidos e inviernos más fríos, la exigencia a nuestra grilla eléctrica únicamente será más intensa y debemos estar preparados. Las soluciones existen: regulaciones más estrictas que pongan a las personas por encima de las ganancias, la adopción de tecnologías inteligentes, como un robusto almacenamiento de energía, y considerar a la electricidad un verdadero servicio público al que todos tenemos derecho y en el que podemos confiar cuando más hace falta. Tenemos la responsabilidad de garantizar que estas soluciones no queden archivadas, sino que se apliquen.

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